LECCIONES de paz para tiempos de guerra.

La situación de “confinamiento” en casa, dada la situación de alarma a la que nos vemos expuestos, personalmente me genera un estado emocional que seguramente, compartimos todos los implicados. Estaremos de acuerdo en que, lo único bueno que nos ofrece este recogimiento en casa es algo que escasea la mayoría de las veces: El tiempo.

De las muchas prohibiciones y recomendaciones que han hecho nuestros, llamemos “cuidadores,” la que parece más interesante y positiva es esta posibilidad obligada para quedarnos en casa y realizar actividades que “quisimos hacer y que tenemos pendientes por falta de tiempo”. Ahora no tenemos escusa, ahora nos sobra el tiempo y es recomendable ocuparlo en la compañía activa y sensible con los que compartimos este estado de excepción y en el recogimiento activo con nosotros mismos, con la idea de salir más fuertes y más sabios.

En mi caso particular, estoy ocupando una parte de mi tiempo en revisar cuestiones de la práctica clínica e investigación psicológica que pudieran ser de ayuda en esta crisis sin precedentes en nuestra historia vivencial en la que un bichito invisible nos tiene sometidos.

Con la intención de que os sean útiles y no perder el contacto, quiero compartir con vosotros estos pequeños trabajos que voy elaborando.

Os echo de menos. Siempre me alegro cuando llegáis y también, me alegro cuando os vais.

He de recordar que no todos tenemos tiempo, muchas personas trabajan sin descanso para hacer posible que la vida siga. Gracias a todos ellos.

LAS EMOCIONESUN REGALO PARA LA SUPERVIVENCIA.

Las Emociones son respuestas fisiológicas de componente neuroquímico que libera principalmente, el sistema límbico del cerebro. Se trata de reacciones afectivas innatas que nos disponen y preparan para reaccionar de forma automática a determinados estímulos externos potencialmente peligrosos. Cada emoción tiene su forma característica de expresarse (Ekman, 1984). Estas respuestas emocionales tienen un valor necesario e importante para la supervivencia y la adaptación al medio natural y social.

  • Entre las funciones adaptativas de la emoción la más importante es la de “prepararnos” para que ajustemos nuestra conducta a las demandas ambientales, movilizando la energía necesaria hacia la acción de alejarnos, acercarnos, atacar… En nuestra situación actual de “crisis sanitaria ”la emoción predominante, sin duda, ha sido MIEDO colectivo a la enfermedad con posibilidad de muerte ante la que, se ha considerado la reacción más preservativa la reducción de la actividad socio-laboral y el aislamiento para la mayoría de los implicados; entendiendo y aceptando que esta sería la respuesta más adaptativa para luchar contra esta amenaza .

Distintas respuestas y exigencias emocionales demanda la situación para aquellas personas que han de dirigir y trabajar en situaciones de riesgo y que por tanto, se ven sometidas a un mayor estrés.

  • Las emociones también ejercen un papel fundamental en las relaciones sociales: facilitan la aparición de conductas apropiadas al hacer visibles nuestras expresiones, y facilitar la comunicación con las personas que están implicadas en nuestras mismas vivencias. Cuando nosotros mantenemos conductas apropiadas y las expresamos, se generaran conductas apropiadas en los demás y si inhibimos conductas inapropiadas los demás copiarán o se alejaran. Es propio y congruente que el estado actual, nuestras emociones induzcan al altruismo y a la conducta pro- social. Prueba de ello es la entrega de nuestros sanitarios, los aplausos del vecindario y las colaboraciones de empresas y personas significativas, además de muchas personas anónimas y sencillas que ofrecen lo que poco que tienen.

Todos los humanos (y otros mamíferos) respondemos a seis emociones básicas: Sorpresa, Asco, Miedo, Tristeza, Ira y Alegría ( Darwin, 1872, Akman, 1984 ).Como podremos comprobar- en el desarrollo de este trabajo – la mayoría de estas emociones están implicadas en el estado ALERTA en que nos encontramos, no en vano nuestros sanitarios y políticos lo han significado con este nombre.

Veamos que funciones adaptativas tienen nuestras emociones y de qué manera se han puesto de manifiesto en este estado de alerta por el coronavirus:

  • SORPRESA. Es la emoción que se desencadena ante un suceso imprevisible, novedoso, extraño, que no se espera y que tiene claros potenciales de perjicio potencial. Esta reacción emocional facilita procesos atencionales de exploración e interés por la situación novedosa (comprobareis que en todos nosotros se desencadenó esta emoción avisándonos del peligro)
  • ASCO. Es una respuesta innata – como todas las emociones básicas – de repulsión, de aversión a estímulos que podrían ser nocivos para nuestra salud, de ahí que tendamos a evitarlos, a rehuirlos: “nació para evitar las enfermedades infecciosas” (Valery Curtis).
  • MIEDO. El miedo, aunque se considera una emoción negativa, es igualmente necesaria para la supervivencia, es una activación neuroquímica que nos incita a la evitación o escape a situaciones peligrosas y nos prepara para la huida o el afrontamiento de la situación.

El miedo nos lleva a cuidarnos y preservarnos ante situaciones evaluadas potencialmente insanas para nuestra salud física y psíquica. Con frecuencia el miedo se une a pensamientos de preocupación que pueden ser funcionales y adaptativos en determinadas circunstancias como es el caso de alerta del coronavirus. En otras ocasiones, el miedo se desencadena y permanece ante estímulos o situaciones no realmente ni racionalmente peligrosas, como es el caso de las fobias, agorafobias, trastornos obsesivo compulsivos y otros; que llamamos trastornos de ansiedad y que requieren de tratamiento.

  • IRA. La ira es una reacción emocional que surge ante situaciones que generan frustración o aversión.En su manifestación fisiológica aumenta la actividad neuronal, la respuesta cardiaca y tensión muscular con más adrenalina en sangre que nos activa hacia la acción. La ira no agresiva trata de eliminar los conflictos e inhibir reacciones indeseables, nos ayuda a afrontar peligros, a superar retos y nos instiga a actuar en situaciones injustas y atentados a los valores morales (Izar, 1991). Nos activa hacia la búsqueda de apoyo social que, cuando no se consigue nos puede llevar a la tristeza.
  • TRISTEZA. La tristeza, a diferencia del resto de emociones, no nos empuja hacia la acción, es una respuesta de inhibición neuroquímica que nos lleva al decaimiento del estado de ánimo. Con la tristeza se produce una reducción de la actividad cognitiva y conductual. La tristeza, aunque no goza de valoración positiva, tiene una función adaptativa básica y funcional. Actúa principalmente en situaciones importantes de pérdida en las que la persona se siente impotente para afrontar la nueva situación, para ello, baja la actividad motora con la función de economizar recursos. La tristeza nos da tiempo para el afrontamiento y no debemos rehuirla, hay momentos y situaciones en que la tristeza es la mejor compañera de viaje.

La depresión es un estado persistente y exacerbado del ánimo que incluye la tristeza, junto a otros síntomas más severos y conductas que requieren de ayuda médica y psicológica.

  • ALEGRIA. La alegría la identificamos con el placer y la felicidad. Reactiva la acción hacia la recompensa y conductas que nos pueden procurar beneficios sociales e íntimos. La alegría, aunque es deseada y buscada por todos nosotros, no parece necesaria en tanto que no se le relaciona con la función de supervivencia que, como hemos visto, sí tienen el resto de emociones. Favorece la interpretación positiva de los estímulos ambientales, instiga al logro de los objetivos, favorece la congruencia entre lo que se desea y las expectativas para conseguirlo y favorece el rendimiento cognitivo en la solución de problemas (Izar, 1991).La alegría genera más actividad en el hipotálamo y núcleo de la amígdala,( Machado,1986).

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Si habéis leído estas nociones básicas sobre emociones, habréis comprobado que casi todas ellas se hacen presentes en nuestra situación de Alerta sanitaria y que se van alternando, dependiendo de nuestras propias vivencias y de las noticias que nos depara la evolución de esta pandemia.

La emoción de SORPRESA nos despertó a todos de ese estado de seguridad y confianza que nos proporcionaba nuestro sistema sanitario y de bienestar para decirnos que éramos vulnerables y potencialmente mortales. Después de los días transcurridos, la sorpresa se ha convertido en incertidumbre y ha dejado paso a otras emociones.

La emoción de ASCO es preservativo que se mantenga en dosis moderadas de pre-ocupación para seguir nuestras tendencias innatas y normas sanitarias para no exponernos a estímulos que pueden ser infecciosos o contaminantes.

El MIEDO es nuestro gran aliado, no es necesario que estemos continuamente activados pero, sí suficientemente para no exponernos a situaciones claramente vulnerables al contagio.

La IRA también se haya presente como respuesta a todo aquello y aquellos que frustran nuestros objetivos hacia el mejor hacer en la “lucha” contra el virus, la buena atención hacia los enfermos… la ira se manifiesta hacia los políticos, y por supuesto, la ira es necesaria para superar los retos que se nos presentan y para unirnos a otros en el afrontamiento de la nueva situación.

La TRISTEZA es la emoción que nos va acompaña en este difícil periplo y hemos de tenerla como una buena compañera de viaje. Hemos perdido muchas cosas: algunos el trabajo, a todos se nos ha restringido la libertad, el poder estar con nuestros amigos y seres queridos, hemos perdido la seguridad, nos hemos vuelto más vulnerables. La tristeza – en dosis moderadas – nos va ayudar a encontrarnos con nosotros mismos y a descubrir en nosotros recursos que desconocíamos tener. Y para finalizar, me voy a permitir emparejar la ALEGRIA con la TRISTEZA como si fueran dos caras de la misma moneda.

En la situación que nos encontramos, seguramente, todos hemos renunciado por el momento a la felicidad. Esto es una buena noticia, decía Freud en “el malestar de la cultura” que sería insoportable una continuidad de días felices” (por ahora este problema no lo tenemos). La situación de alerta y la renuncia a la felicidad (por el momento) nos van a permitir disfrutar de pequeñas alegrías, de noticias que nos den un respiro, de nuevas situaciones que nos harán más fuertes.

La Solidaridad que descubrimos y que vemos crecer de día en día; la entrega de los sanitarios, de cuerpos públicos, y de muchas personas que se dejan la piel para “que la vida siga” son motivos para la alegría. Las palmas en los balcones es un momento de triste alegría que todos compartimos.

No importa que las pequeñas alegrías vayan acompañadas de la tristeza, del miedo, la rabia, del “asco” por los que enferman, por los que mueren, por la incertidumbre de lo que espera.

Deseo y espero que, allí donde vayáis no olvidéis el Kits de supervivencia.

TODAS ESTAS EMOCIONES SON NUESTRAS MEJORES ALIADAS.

Granada a 24 de Marzo de 2020. María López Domenech

Centro de psicología ALITER.

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